O derrotado nâo e o que perdeu a luta o derrotado e aquele que não tive coragem de lutar

martes, 28 de septiembre de 2010

Incendio provocado en el campamento Joâo do Vale

El último post hablabamos de buenas noticias, pero al parecer duran poco. Recientemente hemos sabido que, en el campamento Joâo do Vale, en la región de Maranhao, se ha producido un incendio que ha quemado más de 220 hectáreas de mato y bosque pre amazónico.

El incendio se produjo por las chispas que saltan de la Ferrovia de trenes que transportan carbón desde el sur de la región hacia el norte, para las empresas siderometalúrgicas que trabajan el hierro. Esta empresa está gestionada por la multinacional VALE, que efectúa una serie de prácticas tendentes a su propio beneficio y en perjuicio de los campesinos que luchan por la tierra y del medio ambiente.

Aparte del drama ecológico que podéis imaginar existe un drama personal. Las 150 familias del campamento Joâo do Vale que nos acogieron durante varios días y con los que creamos un fuerte vínculo, se han visto afectadas. Su lucha por la tierra parece más difícil cada día. Tras dos años de estar acampados, luchando, gestionando la regularización de la situación con el INCRA (organismo dedicado a la reforma agraria), ahora ven como las tierras por las que luchan han quedado completamente devastadas.


Desde aquí os pedimos mensajes de apoyo para estas personas, nada más.


sábado, 18 de septiembre de 2010

Nuevos avances en Açailandia

Hola a todos!!

Recientemente hemos recibido noticias de nuestros amigos de Brasil. Pese a las dificultades económicas y medioambientales que sufren, poco a poco van consiguiendo pequeños retos.

Es el caso de Campamento Joâo do Vale. En el año 2008, cuando lo visitamos, este campamento consistía de unas barraquinhas de madera con techo de lona, colocadas provisionalmente a la espera de la aprobación por parte del INCRA de el asentamiento.

Hoy, ya han conseguido que se les de el visto bueno para reparcelar las tierras y se están gestionando las ayudas a los campesinos para construir sus casas. Esta pequeña lucha avanza, y eso reconforta mucho. Buenas noticias, por tanto, más de 90 familias ven realizable su sueño de vivir dignamente.

En próximas entradas ofreceremos la traducción de una reciente carta que nos han enviado explicandonos sus avances.

Un abrazo a todos los amigos de Brasil!

martes, 3 de agosto de 2010

¿Quiénes somos?

Somos un grupo de 9 personas que visitamos los asentamentos y campamentos del MST en el verano de 2008. Vivimos esa experiencia juntos para conocer las realidades de ese pais y el movimiento de los Rurais Sem Terra, en su lucha por una vida digna y la recuperación de la tierra.

No pertenecemos a ninguna organización, nuestra aportación es meramente liberal en respuesta a unas concretas personas que nos dieron lo que no tenian y nos enseñaron muchas cosas.

Estando allí fuimos acogidos como uno más de la gran familia, y jamás se nos pidió nada a cambio, ni manutención, ni ayudas ni nada, simplemente estabamos invitados en sus Barraquinhas para conocer la realidad de lo que es la mala repartición de las tierras y la explotación descontrolada de los campos y mato preamazonico para la plantación de grandes superficies (hectareas y hectareas) de eucaliptus modificado geneticamente para quemar en carboneras y obtener carbón.

Lamentablemente, debido a la crisis económica mundial, los pocos recursos que tienen en esa region se han ido acabando, con el consecuente peligro de que muchos campamentos se vean "abandonados" cuando ya tienen mucho camino hecho, y están a punto de conseguir sus tierras. Es en ese momento de crisis y de peligro real de perder todo el trabajo realizado durante décadas cuando los integrantes del MST, dos años después de nuestra estancia allí, contactan con nosotros pidiendo ayuda. Estamos convencidos de que si nos han pedido algo ahora, dos años después, es porque realmente ven peligrar su lucha.

Es en este momento en el que, donaciones aparte que podamos hacer nosotros, debemos apoyarles con la publicación de este blog, con la difusión de esa realidad que conocimos, para que no queden en el olvido y para que se sientan respaldados por aquellos "espanhois" que hace unos años les visitaron. La simple publicación de su historia les llena de orgullo y de ganas de seguir luchando,lo sabemos porque asi nos lo han dicho. Les enviamos fuerza y animos en su lucha. Y esa fuerza e ilusión por conseguir un futuro más digno y más justo nos retroalimenta a los que estamos a este lado del charco: creemos que es posible.

La voluntad de este blog es dar a conocer la realidad del MST, concretamente en la región de Açailàndia en el Estado de Maranhao en Brasil, una de las zonas más pobres y más devastadas por las grandes plantaciones de eucaliptus e instalacion de carboneras. La voluntad de este blog es poder recaudar fondos que irán directamente y sin intermediarios a ayudar a aquellas personas que nos ayudaron a nosotros. Este es un blog entre amigos, con total confianza, donde queremos explicar nuestra vivencia, y las cosas que pasan en el mundo y que, desde la ignorancia de este "primer mundo" desconocemos absolutamente.

Si conoces a alguna de las personas que estuvimos allí, sabrás que no se trata de una ONG, se trata de unos amigos que quieren ayudar a sus amigos de Brasil y piden ayuda a sus amigos de Barcelona, así de claro y así de simple.

domingo, 20 de junio de 2010

¿Cómo puedes ayudarles?

Si después de haber leído el blog quieres colaborar con nosotros para asegurar el futuro del MST, puedes hacerlo donando la cantidad que quieras.





¿Para qué necesitan tu ayuda?

En el entrecomillado siguiente, los propios miembros de la secretaria regional de Açailandia exponen el motivo por el que solicitan nuestra colaboración en este momento:

"En el estado de Maranhao existe una gran carencia en los campamentos por la especial vulnerabilidad de las familias, al estar a la orilla de las carreteras o en la propia tierra esperando a que sea expropiada por el INCRA (Instituto de Colonización y Reforma Agraria) y sea creado el proyecto de Asentamiento. En ese periodo de lucha las familias necesitan formación y acompañamiento constante para que tengan más capacidades de argumentación en los procesos de disputas por la tierra que están reivindicando.

Es necesario enfatizar que el propio MST a nivel nacional está pasando por momentos de intensa dificultad, y ha sobrevivido gracias a la solidaridad de entidades internacionales que apoyan y creen en la lucha de los campesinos. Asimismo, en la oficina regional de Açailandia estamos teniendo dificultades para garantizar recursos financieros para mantener actividades básicas como: acompañamiento organizativo y formativo a los asentamientos y campamentos, mantenimiento de la Secretaría de articulación política en la ciudad, corriendo el riesgo de cerrarla si no conseguimos sustentarnos.

La única certeza que tenemos es que la lucha no puede parar. Para que no perdamos los derechos conquistados, estamos haciendo un trabajo de articulación junto a las familias, viendo formas posibles de sustento y también haciendo una movilización de los amigos del MST que ya pasaron por nuestra región y conocen nuestra realidad para que participen en la campaña de sustentación del MST Regional de Açailandia.

Para dar continuidad a nuestro trabajo en los asentamientos y campamentos y la manutención de nuestra Secretaría de articulación política durante 2010, necesitaríamos, necesitaríamos de apoyo y solidaridad de los amigos del MST.

Esperamos contar com vuestra solidaridad, comprendiendo que cada uno de vosotros evidenció un poco de nuestra realidad y conoce la legitimidad de la lucha por la división de la tierra, y por una Reforma Agraria en Brasil. Siendo nuestro país uno de los pocos en el mundo donde nunca se hizo una Reforma Agraria, seguimos en la lucha por un Brasil capaz de proporcionar una vida digna a sus hijos, garantizando igualdad de derechos para todos y todas."

Testimonios del viaje: Horizonte Azur


A siete horas de Açailandia, otra vez el mismo paisaje desolador de eucaliptus, otra vez los autobuses polvorientos, y el recuerdo de Jõao do Vale todavía fresco en la memoria, melancolía y el pesar de una marcha prematura… La ilusión de compartir una realidad que no nos pertenece rota con cada despedida.

La historia de Horizonte Azul es una historia de lucha. Las ocupaciones, la resistencia, la falta de agua, las enfermedades. Todo en nombre de un único sueño común. Es esa lucha la que todas las personas que conocimos allí llevan escrita en el rostro : Eleni, Doña Lucía, Doña Indalina, Victoria… Con la mirada triste y otras veces dura para desafiar un destino que sólo transpira pobreza. Pienso que es en ese desafío, en esa lucha común y en la soledad inevitable del sufrimiento donde se encuentran toda la dignidad y el sentido que las personas somos capaces de darle a la vida.

Osmar comentó un día que sólo mediante la lucha las personas despertaban a la consciencia. Ese tipo de consciencia que el MST quiere abrir en los campesinos, la consciencia de clase, la consciencia de que mis problemas son fruto de una estructura que me condiciona. Valoraciones políticas a parte, creo que existe una verdad fundamental en esa idea de la relación entre lucha y consciencia. Una verdad que engloba una batalla personal, psicológica, propia del proceso terapéutico, capaz de revelar mis propios condicionantes, y una batalla social que reconoce la pobreza no es sólo como el producto de una condición económica, si no más profundamente como el producto de una condición psicológica y social.

La tierra en Horizonte Azul parece más agreste y más árida, al atardecer pueden oirse los animales, los monos y los pájaros, gritando en el bosque. Cae la noche, y más que en ningún otro sitio aquí se apodera de mí ese terror vago propio del silencio y la lejanía. El campamento se distribuye a lo largo de aproximadamente 1,5 km, con cabañas de madera bastante separadas entre sí, algo de ese aislamiento se intuye en el carácter de las personas que nos acojen.

Victoria es la mujer de veintitrés años que nos recibe, vive con sus dos hijos en Horizonte Azul. Su pareja que trabaja en una hacienda a 15 km del campamento, puede venir a verla sólo una vez al mes. Ella también es hija de esta lucha y de este lugar. Tímida y amable, con pocas palabras que buscan apagar la soledad y unos ojos enormes que a veces se vuelven sombríos.
Doña Lucía es nuestra vecina. Vive con su marido, y está enferma de una diabetes que no puede tratarse en el campamento. Sueña con tener tierra algún día para no depender más de su marido. Y sueña también con una forma de emancipación más elevada: aprender a leer y escribir. Me emocionó verla escribir en la pizarra de la escuela alumbrada sólo por la luz de gas durante las aulas de alfabetización. Con cincuenta y cinco años esta es la primera oportunidad de aprender a leer y escribir que le brinda la vida. Doña Lucía quiso lavarme la quemadura que supuraba en mi pierna. Verla lavar mi herida infectada me hizo pensar que con la gratitud no bastaba y que el hecho de estar allí, me hacía responsable de alguna forma.
Doña Indalina es la profesora de alfabetización del campamento, en la entrada de su casa tiene grabadas varias frases, dispuestas alrededor de una rosa. Casi como un decálogo, una forma de no perder de vista el horizonte incluso en los peores momentos. De esas frases, hay una que nos llama la atención a todos “O derrotado nâo e o que perdeu a luta o derrotado e aquele que não tive coragem de lutar”
Eleni es la coordinadora del campamento, es una mujer pequeña y nerviosa, con cada gesto transmite una fuerza que es a la vez alegre y severa.

La historia del campamento es una historia de lucha: ocupaciones y desalojos, la ocupación de la sede del Incra, la ocupación de otras tierras que finalmente tuvieron que abandonar porque no había suficientes lotes para todos. También es una historia de muertes evitables por la falta de condiciones higiénicas y la falta de agua potable. Pero sobretodo es la historia de una esperanza que no se rompe, y la historia de un sueño amenazado.
Camionetas de la compañía Vale rondan por el campamento los días que estamos allí. Parece ser que sospechan que hay bauxita en el subsuelo de las tierras y se acercan individualmente a los campesinos para conseguir que autoricen una extracción a cambio de una miseria. Es difícil que alguién que no tiene nada, se niegue a permitir que extraigan mineral de sus tierras con el dinero por delante. Después de cuatro años de lucha y penurias, Horizonte Azul está a punto de convertirse en un asentamiento pero las tierras aún pertenecen al Incra, no es difícil imaginar que supondría para los campesinos que finalmente terminasen encontrando bauxita en sus tierras.

Se convocó una asamblea para discutir este tema mientras estuvimos allí. Todos nosotros, teníamos el corazón encogido de rabia e impotencia ante la perpectiva de que la lucha de esas personas que empezábamos a conocer pudiera ser en bano. Eleni inauguró la asamblea pidiéndonos a todo que nos alzásemos y nos tomáramos de las manos y todo el campamento empezó a rezar. Son muy pocas las veces en que una oración puede conmoverme de esa manera. Creo que existe una frontera dónde la religión tiene un sentido más profundo del que yo soy capaz de comprender normalmente, es ese punto en el que las personas pierden la ilusión de controlar del todo su vida y se abandonan a algo más grande.
Joan había pedido si podían darnos como recuerdo la bandera vieja que estaban a punto de bajar para izar una nueva. Eleni nos recordó a todos que con esa bandera nos llevábamos también el testigo del último año de lucha, pero a pesar de eso, después de haberlo votado en asamblea, decidieron regalarnos la bandera. De nuevo el peso de esa responsabilidad, agradecimiento, rabia, culpa, indignación justa. Estábamos recibiendo un obsequio que no podríamos corresponder nunca. Volveríamos a casa con un testigo de una lucha que no nos correspondía, nuestra casa, nuestro trabajo, nuestra vida fácil y el recuerdo de Horizonte Azul quemándonos en la consciencia.

Aquella noche nos despedimos de Horizonte Azul bailando cuadrilla, un baile tradicional para la noche de San Juan que organizaron para nosotros ese día. Con personas que son capaces de mantener el ánimo incluso en las peores circunstancias, la nuestra, sólo podía ser una despedida alegre.

Testimonios del viaje: Joao do Vale



Llegamos a Açailandia de madrugada. Açailandia, la tierra del Açaí, es una ciudad joven en el sur del estado de Maranhao, con unos 100.000 habitantes y apenas 30 años de historia. La estación de autobuses y la ciudad entera ofrecían de madrugada un aspecto lúgubre mientras esperábamos a la persona que nos guiaría a lo largo de nuestro recorrido por los campamentos y asentamientos del MST. Aquel día conocimos a Osmar, nuestro guía, coordinador de movimiento de masas del MST en Açailandia. Pienso ahora en ese momento, y estoy segura que sin él, sin su alegría contagiosa, sus bromas, sus canciones, y sus convicciones profundas que disfrazadas de livianidad eran capaces de desafiar la retórica más escéptica, el viaje habría sido muy distinto.

Joao do Vale, es el primer campamento que conocimos. Situado a unas 3 horas de Açailandia, el autobús se abre paso entre caminos polvorientos y campos de eucaliptos hasta donde alcanza la vista. Los eucaliptus y las columnas de humo de las carboneras encaramándose hacia el cielo ofrecen una imagen desoladora de la tierra que cruzamos. Ocasionalmente, la vegetación de los bosques preamazónicos nativos de Maranhao encuentra aún un lugar en la vereda de la carretera. Esa imagen que entonces era sólo una intuición triste, vendría repitiéndose una y otra vez a lo largo del viaje.

Los campos de eucaliptus y las carboneras pertenecen a la multinacional siderúrgica Vale (www.vale.com), que extrae mineral de Maranhao y lo exporta al resto del mundo a través del puerto de São Luis. Su razón de ser es la producción de carbón para la siderúrgica. Las carboneras legales, producen carbón a partir de los eucaliptus para venderlo a la Vale, las ilegales lo hacen desforestando los bosques nativos, para vender el carbón a la misma empresa. El eucaliptus es un árbol que crece muy rápidamente a costa de la degradación del terreno y el agotamiento de los recursos hídricos que mantienen la agricultura local.

La bandera del MST ondeando a un lado de la carretera nos da la bienvenida, llegamos al campamento Joao do Vale el mediodía del 29 de Julio. Después de un año de la ocupación, el campamento agrupa a unas 150 familias que viven en cabañas hechas con troncos y lona negra. Osmar nos distribuyó a todos en distintas cabañas.

Doña Maria, la mujer que me acogió durante la semana que pasamos en Joao do Vale, tiene la misma edad de mi madre, un cuerpo diminuto y la mirada despierta. Me golpeé la cabeza con los troncos de su cabaña nada más entrar, y tuve la misma sensación que Alicia en la madriguera del conejo, también ella acababa de entrar en otro mundo.

Los días transucurríeron plácidos en el campamento, casi sin darnos cuenta. Me sentía aún como adormecida por la vida que dejaba atrás y con un sentimiento de agradecimiento indefenso parecido al que sentía en Irlanda, sólo que esta vez sentía que la persona que me estaba acogiendo me estaba ofreciendo todo lo poco que tenía. Tuve que adaptarme a la falta de espacio íntimo y a una concepción nueva del tiempo, y dejar de lado la espera ansiosa de que algo sucediese, para aprender que hay cosas que suceden sin darnos cuenta.

El canto de los gallos señala el alba en el campamento. Yo me levantaba, siempre algo más pronto que los demás, para charlar un rato con doña Maria y garabatear frenéticamente en mi cuaderno. Pronto empezaban a llegar gente a nuestra casa. Paraban a tomar café y a que Maria ayudase a sus hijos enfermos con una bendición o un remedio. Así era como empezaba un día cualquiera qie continuaba con la hospitalidad de todo el campamento. Las invitaciones. Las conversaciones con la gente. Los niños. La rutina de las reuniones y las asambleas. Las clases de alfabetización. El deseo de aprender de los que nos seguían a la escuela para las clases de español. El gusto sencillo de una cerveza a media tarde. Bailar forró en la escuela los últimos días después de cenar. Y la noche que traía consigo el espectáculo de la cúpula de estrellas iluminando el cielo sin luna de aquellos días, y el placer, cuando veníamos cubiertos de polvo al caer el día, de bañarnos bajo las estrellas y sentir por un momento que podíamos acariciar con las manos una libertad que no habíamos conocido antes.

Fueron unos días para escuchar las historias de las personas del campamento: La historia de Maria, que perdió su trozo de tierra antes de enviudar, y vivía con su hijo en Joao do Vale a la espera de conseguir de nuevo tierras para plantar y criar gallinas. La de Balmira que es una mujer de treinta y seis años que con ocho hijos perdió a su marido el año pasado en un accidente de caza. Tras la muerte de su marido, todo el campamento la ayudó a recoger la tierra. La de Erotilde que también está sólo en el campamento, su mujer vivía con él, pero el mes pasado tuvieron que llevarla al hospital y perdió una pierna a causa de una diabetes. Maria del papagayo que perdió a su hijo con veinticuatro años en un accidente de moto y se sorprendió al verme llorar mientras me mostraba su camisa rota en el accidente. La de Joaquin que regenta una carbonera ilegal cerca del campamento. La carbonera desforesta los bosques naturales para producir carbón, pero esa es sólo su forma de vida.

Para compartir con los niños, y dejarme llevar por un sentimiento de alegría y cariño espontáneo que creo que nos conmovió a todos de una forma o de otra. Jonhy Elson, y las hijas de Shariff, Yaisha y Tahuana. El día en que Yaisha, la niña de tres años se golpeó la frente en un juego creo que fuí consciente por primera vez de lo que me estaba pasando en Joao do Vale, de qué significan los lazos espontáneos que se forman algunas veces con las personas, y con los niños. Fue como si esa consciencia me golpeara a mi también en la frente. Y por primera vez en el viaje, viendo como curaba Esther a la niña con nuestro botiquín pensé en que era hermoso ver caer la máscara social de las personas aunque fuera sólo un momento. Volvería a sentir lo mismo otras veces, como yo misma era capaz de librarme de esa máscara un instante, y también ver a los demás rodeados de luces y de sombras, con una imagen más real que la caricatura con la que salimos al mundo a diario para no hacernos daño.

El día cuatro de agosto, nos marchamos de Jõao do Vale tristes y alegres a la vez, colmados de los abrazos y las cartas de todas las personas que habíamos conocido y nos veían irse desde la parada de autobús.